—¿Patrón? Habla el capataz de su hacienda
—Hola ¿pasó algo?
—No, nada grave Patrón, sólo quería avisarle que ¡su lorito se murió!
—¿Mi lorito?
—Si patrón, ¡ese mismo!
—Pero...¿De qué murió?
—Comió carne podrida
—¿Y quién le dió carne podrida?
... —Nadie Patrón, él se la comió de uno de los caballos que estaban muertos.
—¿Caballos? ¿Qué caballos?
—Dos de sus caballos pura sangre se murieron de cansancio, por tener que cargar agua.
— ¿Por qué cargaban agua?
—¡Para apagar el fuego!
—¿Fuego, qué fuego? ¿Dónde?
—En su casa patrón, una vela se cayó debajo de una cortina y prendió fuego a la casa.
—¿Vela? Pero ¿Quién encendió una vela en mi casa? si tiene electricidad.
—Fue una de las velas usadas en el velorio
—¿Velorio? ¿Cuál velorio?
—El velorio de su mamá, patroncito. Ella llegó en la madrugada sin avisar y yo le metí un balazo pensando que era un ladrón.
— ¡¡Nooooooooooo oooooooo!!! ¡¡No puede ser!!!
— ¡Ya, ya patrón no exagere! ¿Tanto escándalo por un lorito?
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